Cariño, ¿cómo decir tanto en tan corto espacio?. Aquí los niños, desnudos, pasan hambre, y en sus manos no hay juguetes; y en su pecho la guerra arde. Sus ojos son silencios, y en su lengua no existe la palabra madre. Todo es tristeza y desierto, en este lugar donde Dios no hace alardes. En la noche respiramos miedo; en el día se percibe un temor constante.
Te echo de menos mi amor, lo sabes. Pero no sabes, cuánto te echo de menos.
Tu regazo parece un sueño que surge entre la niebla de los combates, y me resisto a creer que esta luna sea la misma que ilumina nuestros campos. Parece más bien un reflejo pálido, una mala copia teñida de un rojo trágico; y no aquella en la que prometíamos vernos dibujados.
Cariño, ¿cómo decir tanto en tan corto espacio?. Deseo abrir los ojos y despertar de este invierno lleno de calor amargo. Sentir tu brisa, bañarme en tus arenales blancos.
Solamente unos meses para sentir el roce de tu ría.
Solamente unos meses que se me antojan demasiado largos.
Sino vuelvo que sea tu recuerdo mi última mirada, y tu nombre en mis labios, mi última palabra.
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